martes, 19 de mayo de 2009

Rip out the wings of a butterfly.

El aire estaba cubierto de niebla cuando salí del taxi.
Me habia conducido rapidamente desde el muelle a la zona centro, vacia siendo las tres de la mañana.
Empecé a caminar entre callejones, esquivando farolas y papeleras hasta que encontré lo que buscaba.
El majestuoso número 23 se alzaba ante mis ojos, que, aun con la fachada cubierta de sucio musgo y con algunos desperfectos, mostraba una austeridad que no podria haber sido conferida por ninguna otra vivienda de la calle. Rapidamente y sin detenerme más a mirar me acerqué a la puerta principal, que se encontraba entreabierta y entré procurando hacer el menor ruido posible. El hall de entrada estaba a oscuras, y los escasos, pero lujosos muebles, tapados con sabanas blancas cubiertas de polvo. La austeridad reinaba en la oscura habitación y los únicos rayos del sol que iluminaban la estancia provenian de un enorme rosetón en la pared de la puerta principal, pero eran escasos dado a la hora que era.
Siguiendo el recorrido por la mansión subí la escalera principal, que tenia el posamanos lleno de polvo y la alfombra con visible suciedad y entré al dormitorio principal, él más grande y él que me traia peores recuerdos.
Junto a la ventana estaba el enorme arcón color cahoba cerrado con llave, la cual colgaba de mi cuello. La cojí y lo abrí cuidadosamente. El interior estaba forrado con tela de terciopelo rojo y en él solo se podian ver dos sabanas moradas perfectamente dobladas. Con mayor prisa que al principio y sin preocuparme ya de hacer ruido saqué las mantas y las dejé en el suelo. Busqué rapidamente el doble fondo del arcón y cuando encontré una endidura lo suficientemente grande como para meter los dedos, lo levanté.
En el interior del doble fondo estaba el cuaderno con tapas de cuero que tanto había buscado. Lo abrí cuidadosamente por miedo a romperlo y leí la primera pagina expectante.

El corazón en un puño,
la rosa en el salón
el muerto, sí esque esta muerto,
hayarás en el balcón.

Era la última pista del lioso acertijo escrito por Alexander. Levanté la cabeza del papel y miré hacia el balcón del que supuestamente hablaba, el unico balcón de la habitación.
Y allí estaba. Alexander, de pie mirandome de una forma extraña que ni yo misma pude interpretar aun siendo la persona que más le conocia.
Me acerqué a él. La puerta del balcón estaba abierta y solo las cortinas ondeantes por el viento impedian mi paso. Cuando estube lo suficientemente cerca de él como para poder distinguir con claridad todos los detalles, vi que estaba pálido, mas incluso que la ultima vez que lo vi. Su ropa nueva contrastaba notablemente con el tono de su piel y bajo los ojos se podian apreciar unas profundas ojeras. Fui a abrir la boca para hablarle, pero entonces me di cuenta de que en su mano derecha empuñaba un cuchillo, el mismo cuchillo que habia visto la noche en la cabaña, con incrustaciones en el mango de madera dorada.
Di un paso hacia atras pero para entonces ya era tarde. Me agarró fuertemente del brazo derecho hasta conseguir hacerme daño. Gemí de dolor cuando me di cuenta de que estaba a punto de romperme la muñeca. De un empujón me tiró hacia los barrotes del balcón y me di un fuerte golpe en la espalda. Entonces me agarró del cuello del vestido y mirandome por ultima vez clavó el cuchillo en mi corazón. Con mi último suspiro pude apreciar como murmuraba un seco "lo siento".
Es curioso como cambian las cosas. Y como la persona a la que amas puede destrozarte el corazón.

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