martes, 16 de junio de 2009

Como aquella vez.


La lluvia caia cada vez con más fuerza. El viento golpeaba los cristales de las ventanas y las pocas que estaban abiertas golpeaban fuertemente contra el marco. Mis larguisimas horas de estudio estaban dando pocos frutos, asique desistí en el intento de concentrarme y descorrí las cortinas para ver la lluvia. En la calle poca gente habia aguantado caminando con parsimonia hacia su destino mientras la tormenta descargaba con furia sobre la cuidad una gran cantidad de agua. La primera persona en pasar por debajo de mi ventana fue una mujer. Alta, rubia, extremadamente delgada. El claqueteo de sus tacones resonaba en toda la calle. Se movia con rapidez bajo un enorme paraguas rojo brillante que destacaba en el ambiente gris del dia. Iba vestida con una falda negra, recta y elegante y una camisa blanca de manga corta, que se abombaba en los hombros. Llevaba el pelo rubio recojido en una coleta alta que se movia al son del sonido de sus tacones. En la mano que no llevaba el paraguas sujetaba una bolsa de amichi con pinta de estar a rebosar. Imaginé que debia ser una joven trabajadora o ejecutiva, solo preocupada por si misma. De la misma forma que habia aparecido, dobló la esquina y la perdí de vista. A los pocos segundos pasaron dos niños corriendo y riendo. Iban vestidos con el chandal del colegio, pantalon azul corto con dos rayas amarillas en una de las piernas y polo blanco. Saltaban y reian en los charcos como si nada mas les importara. La niña era algo mas bajita que el niño, tenia la piel clara y llevaba el pelo castaño recogido en dos coletitas. El niño, de piel muy morena la miraba sonriente con ojos brillantes. Tenia el pelo oscuro y corto y los dientes muy blancos. Detrás de los dos niños apareció un agetreado señor que supuse, debia ser el padre de alguno de los dos. Iba vestido con un chandal y corria apresurado para poder alcanzarlos y con intención de evitar el chaparrón sin exito. Se podian apreciar incipientes canas y entradas en el pelo del hombre que algun dia fue de un color castaño brillante. Algunas pequeñas arrugas marcaban su rostro en el que se podia apreciar perfectamente la falta de sueño y el cansancio. El hombre les gritó a los niños que se metieran bajo los soportales para no mojarse. Pero éstos, sin hacer ningun caso siguieron riendo y jugando hasta desaparecer tras la esquina, con su padre tras ellos. Esperé un rato y no apareció nadie más. Bajé la cabeza hacia el libro de historia y empezé a leer: "En 1936 la guerra civil se desató en toda España. Rápidamente, el bando conservador fue extendiendo sus conquistas hasta, en 1939, controlar prácticamente la totalidad de los territorios Españoles exceptuando a las sedes más importantes del bando republicano, y entre ellas, Madrid. El sitio de la cuidad era insoportable para la población que moria de hambre y enfermedades producidas por el poco cuidado de su salud...." Un golpe de la calle hizo que levantara bruscamente la cabeza para ver que ocurria. Un buzón se había volcado con la fuerza del viento y cientos de cartas se esparcieron por el suelo. La lluvia comenzó a mojarlas. La tinta empezó ha hacerse ver en los sobres empapados. Mi mirada reparó en una carta en especial. Tenia el sobre de color rosa y montones de corazones estaban dibujados por los bordes. "Umm... una carta de amor...", pensé.
Una pena que no fuera a llegar a su destino nunca.

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