domingo, 26 de julio de 2009

Y no teniamos nada que perder...

Un estruendo en la pelicula que estabamos viendo hizo que pegara un salto en mi asiento. Estaba sentada a su lado. Me miró sonriente y pasó su brazo alrededor de mis hombros. Acercó cariñosamente su cara hacia la mia y me estujó contra él. La casa estaba vacía, solo para nosotros dos y yo sugerí ver una pelicula. La pelicula, elegida por él era, por supuesto, una de terror. Ambos sabiamos perfectamente que yo tenía miedo a ese tipo de peliculas y le iba a resultar muy, pero que muy fácil tenerme cada vez más cerca. Se giró para mirarme. Llegados a ese momento estabamos tan juntos que podía notar su respiración en mi oido. Me susurró al oido algunas palabras a las que no presté atención hasta que dijo “...pero sabes que te quiero más que a nada ¿Verdad?”. Me giré hacia él y estuvimos un largo rato mirandonos frente a frente. Nuestros labios estaban peligrosamente cerca. Ambos sabiamos que no era lo correcto y que seguramente acabariamos arrepintiendonos. Entonces terminó con los centímetros que separaban nuestras bocas y me besó. El sabor de sus labios contra los mios era uno de los imborrables recuerdos del pasado que nunca iba a llegar a olvidar por mucho que lo intentara. Empezamos a juguetear con nuestras lenguas, como soliamos hacer. Despacio y muy a mi pesar, fui apartandome de él, pero no me lo permitió. Me atrajo hacía si con tanta fuerza que me fue imposible apartarme. Tampoco es que quisiera hacerlo. Hasta hacía un momento pensaba que lo unico que había entre nosotros era pasión, pero al parecer él sentía algo más. Seguimos besandonos lentamente. Siempre me había encantado su forma de besar. Tan dulce y tan apasionada a la vez. Nadie podia superarle en esto. Y al ver su forma de ser y su forma de vestir, nunca te imaginarias como es su forma de besar. Lo mejor de todo era cuando se asalvajaba. Eso si que me gustaba. Y lo echaba de menos. Decidí ponerle a prueba. Metí una de mis manos por dentro de su camiseta y empezé a acariciarle el pecho. Luego me dirigí hacia la espalda y finalmente acabé acariciandole justo por la parte de arriba del principio del pantalón. Cada vez me besaba más apasionadamente. Empezó a morderme el labio de vez en cuando y a acariciarme el cuello y el pelo. Cuando ya no aguantaba más bajó sus manos hacia mi pecho y empezó a acariciarlos por encima de la camiseta. Por un momento paramos de besarnos. El hacía circulos con sus dedos sobre mi camiseta. Me apretó contra él.
-¿Sabes? No deberiamos.
-Lo se.- Contestó sonriendo.

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