jueves, 29 de abril de 2010

Ahora si que si.

Hace diecisiete años que, a eso de las tres de la tarde (tardía pero segura), nací yo, una enana de unos tres kilos y ojos azules. Ahora, tanto tiempo después me paro a pensar y me doy cuenta de que mi vida ha sido alucinante. Que aunque haya habido momento malos (porque tiene que haberlos) los buenos hacen que la balanza vaya a su favor, con creces. Los dieciseis han sido alucinantes. Los quince estuvieron bien, el primer amor, el primer beso... pero los dieciseis fueron, como decirlo... especiales. Durante este último año he conocido a muchos tipos de gente, unos buenos, otros mejores (otros odiosos, todo hay que decirlo), pero todos han ocupado una pequeña parte de esos trescientossesentaicinco dias y deben saber que nunca les olvidaré, pase lo que pase. Hay, por supuesto, personas que han marcado muchísimo más este último año y que aún hacen estragos.
Echando la vista atrás he llegado a este punto y me he dado cuenta de que estoy en la edad perfecta. Los diecisiete son especiales porque es el ultimo año que tienes antes de que empiecen a cargarte sobre los hombros las responsabilidades de la "mayoria de edad". Por eso he decidido que ya, hasta aquí. No quiero crecer más. Me quedaré para siempre con los diecisiete y así nada ni nadie me podrá molestar en mi adolescencia continua.
Es bonito, pero irreal, asique ha tirar para delante y a ser feliz ¿no?
Espero que, si los dieciseis han sido excelentes, los diecisiete sean brutales.

domingo, 25 de abril de 2010

Ya son casi diecisiete.

Lleva tres días que no hace más que coser y descoser.

Pero, ¿sabeis qué? Le gusta lucir esa sonrisa.

domingo, 18 de abril de 2010

Busca un diente de leon y pide un deseo

Meticulosamente perfecta, de una sonrisa abrumadora, se alzaba frente a él con su melena brillando al sol. Se enredaba el pelo entre los dedos en un intento de permanercer distraida del mundo que la rodeaba. Sonreía con cualquier cosa minuscula, una pequeña mariposa voló alrededor de una flor y la hizo deslumbrantemente bella. Con los pies descalzos y el vestido movido por el viento, se sentó en la hierva. "Buh", dijo casi en un susurro. Se levantó de nuevo y fue a la salida del jardín. Pegó una patada a una pelota, se acercó al borde del porche al que acababa de entrar y se calzó sus sandalias. Un niño pasó en bici, casi atropellandole los pies y le sacó la lengua intentando ocultar una sonrisa. Entonces, como por arte de magía, bajó la cabeza y vió un pequeño diente de león. Lo cogió con delicadeza, por miedo a que se esfumara y sopló con fuerza pidiendo un deseo. El mismo deseo de siempre.

viernes, 9 de abril de 2010

Nuestra historia.

Sinceramente, mi historia no es especialmente maravillosa ni espectacular. Él, por supuesto, es un chico muy especial, al que en esta ocasión llamaré Jota.
Todo empezó en la fiesta de fin de curso de mi colegio, hace dos años. Yo estaba pasandomelo en grande, con mis dos mejores amigas cuando vi a un chico que conocia ni de vista. Resultó ser antiguo compañero de Mar, una de las chicas que estaban conmigo y me lo presentó de pasada. No es que le prestara demasiada atención, pero me sorprendió que estaba con los más raros del colegio. Un rato después, estos chicos subieron al escenario y vi como Jota se quedaba abajo viendo su actuación. La cosa nos hizo tanta gracia que decidimos hacer algunas fotos de ese mítico momento. Quizás nos pasamos un poco pero la retocamos y la subimos de forma humillante. Cuando ellos lo vieron empezaron a decir que iban a vengarse de nosotras y que eramos unas personas horribles. Fue entonces, cuando vi un comentario de Jota en el que les decía: "La venganza no es nada bueno". Gracias a ese bendito comentario conseguí tener contacto con él. Empezamos a hablar y a tontear, ambos teniamos las hormonas por las nubes y muchas ganas del otro, pero finalmente todo pasó despacio y de una forma muy bonita. Se pasaba el día diciendome lo mucho que le gustaba mi sonrisa, mi forma de ser, las cosas que le decía y yo me enamoré de él perdidamente. La primera cita fue realmente especial, aunque no hicimos nada nuevo. Pasamos toda la tarde sentados en un banco y muy juntos, porque hacía frio. Cuando ibamos a despedirnos yo pensé que iba a besarme, pero no lo hizo, me dio un abrazo y un beso en la mejilla y yo quedé tan contenta. Fue en la tercera cita, por fin, cuando nos dimos el primer beso, muchos meses después de que empezaramos a hablar. Pasamos tres meses estupendos juntos, pero tuvimos una discusión y acabamos con la relación. Pasaron cuatro meses de incertidumbre, dudas y miedos, pero sobre todo de mucha añoranza hacia el otro. Hablé con el y le expliqué que no podía seguir así, por lo que el día veintidós de septiembre decidiriamos que hacer, si retomar la relación, o intentar seguir solo como amigos. Cual fue mi sorpresa, cuando alguién llamó a la puerta de mi casa el día Veintidós. Era él y me pidió que bajara. Yo obedecí, pero cuando llegué a mi portal, no había nadie. Empecé a dar vueltas y vueltas, hasta que encontré el diario que yo solia escribirle con un muñeco que le regalé, puesto en una esquina. Entonces, no sabía que hacer, y no se porqué, se me ocurrió mirar en el diario. Había escritas un par de páginas al final, escritas por Jota. Deboré las palabras que quería decirme hasta llegar al final, en el que me decía que girara la esquina, que allí iba a estar él y que le besara, solo un beso y todo en silencio, para guardar la magia del momento. Efectivamente, ahí estaba esperandome, me abrazó y me dijo que me queria. Al poco tiempo después, tuvimos que separarnos, muy a nuestro pesar.
Desde ese día hemos compartido siete maravillosos meses, los cuales no cambiaría por nada en el mundo.
Por eso, mi historia no es especial ni maravillosa, como dije al principio, pero si que es mi historia y lo que es más importante, NUESTRA historia.