martes, 29 de septiembre de 2009

Beatrice le da las buenas noches a Damien.

Beatrice quiere ir a ver a Damien, que está malito. Quiere acercarse a su cama en silencio para no despertarle y acurrucarse junto a él. Después, darle un besito en la nariz y susurarle que le quiere acariciando suavemente su cara.
Damien tiene mucha fiebre, casi no está consciente. Nota que alguien se sienta a su lado y murmura un "te quiero".
Damien sueña con llevar a Beatrice a una playa de Malta y mientras ven las estrellas susurarla lo mucho que la quiere.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Brilla.

Su piel es de color rosa pálido. Le mira con cariño a cada segundo. Él está leyendo un libro azul con corazones en la portada; algo cursi, si, si, muy cursi. Le acaricia el pelo. Es sencillo estar con él. Le quiere. Es tan maravilloso. Le adora. Pasa sus dedos suavemente por su mejilla. Él sigue pendiente de su lectura. De fondo suena, proviniente de un movil, su canción. De ellos dos y de nadie más. Están sentados en un banco con una caja de galletas de chocolate al lado. Él, al darse cuenta de que ella le observa, aparta la mirada avergonzado. Ella se rie por lo bajo y se acerca más a él, acurrucandose en su hombro. Él acaba por pasar el brazo por detrás de su espalda y se aproximan más. Levanta la cabeza y le mira a los ojos, atentos en cada punto y cada coma. Se fija en sus labios, perfectos, ligeramente curvados en una sonrisa. No puede resistirlo más y le besa en la mejilla timidamente. Él retira la mirada del libro y la sonrie, bajando la cabeza para besarla en los labios.





Te quiero.

martes, 22 de septiembre de 2009

Tú.

No se para que intento escribir tres frases con sentido si estoy segura de que no sacaré nada en claro.

Lo unico que me apetece es decirte " Te quiero" hasta la saciedad.


Y besarte, hasta que nos quedemos sin saliba.




Te adoro.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Suiza huele a chocolate con leche.

Hacía mucho que Beatrice y yo no hablabamos en condiciones. La pobre está ocupadisima con sus estudios. Beatrice quiere ser médico forense. Le gustan los muertos y la sangre. Cuando se lo cuenta a alguien la miran raro y dicen "Esta chica está perturvada" o cosas por el estilo. En realidad ser médico forense para ella es tan importante porque quiere hacer feliz a la gente que ya no está viva. El otro día, cuando volvimos a contactar me dijo que estaba algo cansada y que necesita unas vacaciones. Dice que quiere irse a Suiza, con su amiga Monique, porque en Suiza el aire huele a chocolate. Siempre tuvo el capricho de vivir ahí, pero sabe que necesita acabar primero su carrera. Monique y ella suelen irse a los parques y sentarse en un banco para cerrar los ojos y pensar que están ahí, oliendo el chocolate. Hacer el tonto por la cuidad nunca fue tan divertido.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Pensamientos olvidados sobre la almohada.

Llorar siempre purifica el alma. Ni siquiera puedo mirar el oso de peluche que hay sobre mi cama. Apenas ha acabado el verano y Madrid de ha teñido de gris, con olor a humedad y a frio de Otoño.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Después de mediodia.

Tic, tac, toc. Los tres relojes de mi salón marcaban un ritmo desacompasado mientras yo intentaba encontrar las palabras precisas para hablarte.
-Anoche... soñé contigo.
-¿Ah si?- Dijiste sorprendido y con una sonrisa.
-Si.
-Y, ¿qué pasaba en ese sueño?
-Bueno... estabamos en tu casa, más concretamente, en tu habitación.
-Ajá.
-Con leves besos en el cuello me quitabas el vestido sin tirarntes que llevaba ese día. Me recostabas en la cama poco a poco y me besabas en los labios.
-¿Qué más?- Me invitaste con una profunda mirada a que siguiera hablando.
-Te quejabas de lo escueto de mi sujetador sin hombreras y terminabas por quitarmelo. Me acariciabas el pecho con suavidad. Yo estaba totalmente a tu merced. Te reias en voz baja de la situación y me besabas por todas partes.
-Y después, ¿qué pasaba?
-Ponias las manos a ambos lados de mi cara, te sentía tan cerca que casi ni podía contenerme..
-¿Y luego?
-Terminabas de quitarnos la ropa interior y me follabas contra la cama.
-Me gusta tu sueño y tienes una pequeña imaginación calenturienta, ¿sabías?
Me sonrojé ligeramente y bajé la mirada. No sabía que decirle. Se me adelantó antes de que pudiera continuar.
-Bueno, ¿y que te parece si hacemos tu sueño realidad?

martes, 15 de septiembre de 2009

Horas. Puedo pasarme horas mirando a tu ventana abierta, esperando a ver si te veo. La vida seguirá, eso lo sabemos todos. Empezaremos a perder contacto poco a poco hasta que casi no te acuerdes de mi. Conocerás a otra, te gustará y te llegará al corazón de la misma manera que lo hacía yo. Cuando estés enamorado de ella serás feliz. Un día te acordarás de mi, me hablarás y me preguntarás qué tal. Tal vez, ese dia ya no estés enamorado y podamos vernos, quizá para algo más. Pero bueno, todo es suposición. Y es realmente fácil soñar.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Todo lo vivimos por el último día.

Quiero escalar una montaña alta. Pero nada, ¿eh? No tengo a nadie con quien ir. También quiero poder irme a Suiza a perder el tiempo comiendo chocolate mientras veo a la gente pasar en algún rincón de Zurich. Jo, quiero subir otra vez al monte Titlis con el teleferico ese tan alto. ¡Y hacer fotos desde la ventana de la cabina! ¡Que miedo pasé! Pero claro, era demasiado bonito como para pasar miedo. No se, siempre me gustó sufrir.

martes, 8 de septiembre de 2009

Inquilinos pasajeros del corazón.

-¡Pom, pom!
-¿Si? Adelante.
-Buenas tardes, venía a instalarme aqui.
-Oh, ya ha llegado, bienvenido. ¿Desearía usted que se lo enseñe?
-Por supuesto.
-Acompañeme, por favor.
-Bien, veo que es espacioso. Su dueña debe ser buena persona, el corazón es enorme. Ahí podria instalar la cocina. Y por allí hay buena iluminación, quizá estaria bien una habitación de estudio.
-Lo siento, pero esa zona está ocupada.
-Como... ¿Ocupada?
-Si, esa parte del corazón corresponde al primer amor. No puede usted ni acercarse.
-Pues vaya, a mi nadie me habló de compartir residencia.
-Lo siento, pero esa zona es inviable. No puede ser traspasada por nadie.
-Pues entonces me voy. ¡Con la cantidad de corazones que hay, voy a estar yo compartiendo!
-Lo siento mucho, señor.
-Ya, ya.
Suspiró. Ya era el tercero que se iba por lo mismo.

Cristina y Lily.

Cristina y Lily son hermanas. Viven en una casa grande con sus padres. Su casa tiene un jardín precioso y una reja ernorme que la bordea. Su madre planta amapolas y margaritas que brillan bajo la luz del sol. Cristina es rubia. Su pelo es ondulado y largo. Lily es morena. Su pelo es lacio y negro como el carbón. Cristina y Lily son mellizas y no podrian ser más diferentes. La sonrisa de Lily brilla como el sol. Cristina nunca sonrie. A Lily le gusta ir a todos sitios saltando y tarateando canciones bonitas. Cristina le dice bajito "Lilian, no hagas el loco". Lily desayuna todas las mañanas leche con cacao. Cristina se toma un café solo. Al parecer, lo unico que tienen en comun es el color de los ojos. Gris intenso. Y la piel palida. Cristina y Lily meriendan bajo una sombrilla en el jardín. ¿Por qué no te acercas? Tienen pasteles.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Jugar a ser pequeña

Cuando era pequeñita creia en los Dioses del Olimpo. Se que suena idiota, pero entendedme, mi madre es profesora de cultura clasica y yo practicamente vivía entre el Museo Arqueologico y el del Prado. Atenea siempre fue mi Diosa favorita. Era tan inteligente... Pero lo mejor de todo era pensar que de verdad existian. Cuando viajé por las Islas Griegas fue impresionante. Olimpia me fascinó y no podía entender como hay gente que lo considera "un montón de ruinas inutiles". La pelicula de Hercules ayudó mucho más a que mi fé en ellos aumentara. Gracioso, ¿verdad? Aun sigo pensando que los Dioses del Olimpo existen. Es más, ayer mismo, cuando iba de viaje empecé a mirar las nubes. Vi a un principe inclinandose sobre una princesa para despertarla del más profundo sueño con un beso de amor. Vi un centauro enorme al lado de una serpiente. ¡Oh! También vi una niña montada en bicicleta. Pero lo que más me llamó la atención fue una linea de nubes apaisadas. Eran de color rosa por la luz que proyectaba el sol mientras se escondia. Cuando viajaba de pequeña y veía unas nubes de ese tipo decia "¡Mira Mamá! ¡Ahí están los Dioses!" Ahora entiendo porque mi madre sonreia y me acariciaba la cabeza asintiendo. Pero aun así, de vez en cuando, es divertido jugar a ser pequeña.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Tranquilizantes con forma de mejor amiga.

A Beatrice no le gusta hablar de las cosas que no le gustan. Pero, ¿sabeis lo que de verdad odia Beatrice? A los idiotas. Es algo inevitable por su parte, no puede dejar de disgustarle. La gente merecedora de ese nombre, suele ser tan sumamente cargante que Beatrice se pone negra con su mera presencia. Por eso, cuando conoce a algún idiota, rápidamente le gruñe y le manda a tomar vientos. ¡Ja! Que nadie se atreva a enfadar a Beatrice. Cuando se enfada de esa manera, lo único que consigue calmarla es ir a hacer tonterias con Marie. ¡Claro, con ella cualquiera se divierte!

viernes, 4 de septiembre de 2009

Beatrice tiene una cajita donde guarda besos robados.

A Beatrice le gusta robar besos. Aunque sabe que robar no está bien. Su mamá siempre la decia “No toques lo que no es tuyo y menos, te lo lleves.” pero claro, ella no puede resistirse. En cuanto tiene oportunidad le roba un beso a Jean Paul. Cuando aun salía con Damien le gustaba muchisimo hacerlo. Además, todos los besos robados los guarda en una cajita de color morado dentro de su corazón. El otro dia, cuando se estaba despidiendo de Jean Paul, mientras esperaban el tren, le robó un beso rápido y con sabor a piruleta. Él sonrió al darse cuenta de lo que Beatrice acababa de hacer pero antes de poder decirla nada, ella se subió al tren. Las despedidas de pelicula nunca fueron las favoritas de Beatrice, pero los labios de Jean Paul saben tan estupendamente que no pudo evitar llevar consigo la sonrisa de tonta que tanto le gusta. Y lo mejor de todo es, que el beso que robó no es un beso cualquiera, sino que es un beso de Jean Paul.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Rondando mis pensamientos.

Resoplé frente al papel en blanco. La inspiración podía llegar a ser realmente cargante cuando no se dignaba a aparecer. Suspiré contrariada. La tarde habia sido genial. Sonreia como una tonta sin saber muy bien porque. Me paré a pensar en él. ¿Cómo describirle sin recurrir a empalagosidades? Era perfecto. Sonreí de nuevo al acordarme de su voz, de su risa, siempre acompañada por una perfecta sonrisa, de su pelo; que pelo tan sumamente perfecto. Pero, la perfección es aburrida, ¿verdad? Él no era para nada aburrido. Pasar toda la tarde entre sus sonrisas había sido magnifico. Se me escapó una risita al pensar que quizá lo que estaba escribiendo le iba a hacer ilusión; o hiva, según solía escribia él. ¿Por qué solo podía pensar en la proxima vez? Tenía ganas de verle, y solo hacía unas horas que nos habiamos despedido. Jo, pensé. Quiero volverle a ver. Lo unico malo de todo esto, me dije a mi misma, es que ahora iba a tener que aguantar a un montón de gente llamandome Sisuka, que ya lo estaban haciendo. Suspiré de nuevo. Me es inevitable. Es taaaan mono.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Tu madre no te enseñó que no se intima con extraños?

-Buenas noches.
Me senté en un sofá verde pálido frente a él. Entre nosotros había una mesita baja de madera barnizada. Sobre la mesa, dos copas a rebosar de Martini. Me quité los guantes poco a poco y le sonreí.
-Sabía que estarias esperandome.
-¿Acaso te atrevias a dudarlo? No suelo desaprobechar oportunidades así.
-Bueno, ya me tienes aquí. Ahora, ¿tienes lo que te pedí?
-Por supuesto.-Sacó de su bolsillo un pequeño sobre de color crema, cerrado y sin destinatario.-Pero antes quiero mi recompensa.- Retiró hacia si el sobre rapidamente.
-Pues nada, ya sabes.- Miré hacía el servicio, dejé suavemente mi abrigo y mis guantes sobre el respaldo del sofá y me levanté, caminando hacía la puerta morada del baño.
Él me siguió como si de un perrito faldero se tratara. Entré y le esperé mirando hacia la única ventana de la estancia. Se acercó a mi por detrás y me agarró de la cintura con ambas manos. Me giró y me empujó contrá la pared. Empezó a besarme con ansia y yo le eché para atrás.
-¿Tienes prisa?
-Ninguna, perciosa.
-Pues, ¿sabes? Yo sí.
Me miró con cara divertida. Pobre, no sabía lo que le avecinaba. Saqué de mi liga una pequeña pistola y le apunté a la cabeza.
-¿Tu madre no te enseñó que no se intima con extraños?- Le sonreí por ultima vez. Su rostro expresaba confusión. Me miró a los ojos asustado al darse cuenta de todo.
-Eras... tu.
-Por supuesto que era yo. Y ahora, cielo, disfruta del infierno.
Le disparé en la cabeza. Saqué el sobre de su bolsillo y me lo guardé en el escote del vestido. Salí rapidamente por la ventana y la cerré detrás de mi, desde fuera. Empecé a oir gente asombrada por el sonido del disparo y caminé por una calle solitaria en la que solo se podian oir mis tacones. Sonreí. Por fin tenía el sobre.