Por eso, ten cuidado, pequeña Princesa Sin Nombre, pues sin demasiados preámbulos las cosas se desvanecen tan rápido como el agua puede borrar la tinta de un pergamino. Y por mucho que lo intentes, en aquel Olvido del que te hablo, jamás podrás tener a ese Príncipe de cabellos rizados que tanto deseas.
No lo olvides.